Friday, May 16, 2008

Sebastián, Cecilia

Ahora crezco, crezco. Mi cabeza rompe el techo y lo sobrepasa, llego hasta el cielo, soy un árbol enorme, altísimo, duro; toco las nubes con las ramas-dedos, cada pelo es una hojita. MI cabeza se ha vuelto verde de repente.la piel es corteza, la sangre es savia, el aire me hace cosquillas. Un aire alto y agudo, un aire de violín y de flauta, que lindo. Y no tengo dos ojos sino mil, diez mil, cien mil; ojos por todas partes, ojos que no se ven pero que ven, ojos de árbol, ojos de madera, ojos que sienten el frio, el calor, la lluvia, el paso de la gente, las palabras que se pierden, las promesas que se rompen, la hierba que crece, la proximidad de la tormenta. Ojos para presentirte. A vos, si, a vos que sos un pájaro carpintero, un pájaro carpintero que viene volando y se posa primero en mi brazo derecho y después salta y empieza a hacer un agujero en el tronco, aquí, justo donde esta el corazón, justo donde tenes que anidar para siempre. Toc, toc, toc. Cada picotazo es un estremecimiento, un precioso delicioso dolor; cada picotazo hiere y acaricia y lastima; saltan las astillas, los trocitos de madera y la sangre; el hueco se agranda, es un hueco para protegerte del frio, de la helada, del granizo. Entrá, eso es, así, entrá toda tibia de plumas, toda temblando entera. Entrà.

Y después a volar dentro de mi propio cuerpo. Ahora soy el universo que te contiene, el universo esférico, perfecto. Todos mis puntos equidistan del centro y el centro sos vos; pájaro, pájaro azul, pájaro mágico, pájaro encantado, pájaro de oro; ahora estas encerrada en mi y ya no podes irte, no quiero que te vayas, no quiero ni siquiera que quieras irte. Quiero seguir jugando a ser lo que no somos: árbol y pájaro, esfera con el centro en el centro y vos en el centro, pelota que rueda sin que nadie sepa que la impulsan las alas del pájaro interior, que de pronto se vuelve livianita y etérea, que emprende un viaje por lo alto dejando allá abajo el parque con chicos que pasean en bicicletas azules, rojas y amarillas; dejando allá abajo un rio marrón con velitas blancas; dejando allá abajo todo lo que debe estar allá abajo; la ciudad, la gente, las chimeneas, los colectivos. Es lindo volar así, como un globo; es lindo subir y subir y desde arriba dar la lección de geografía: eso es Entre Ríos, eso es Santa Fe, eso el Uruguay, eso el Atlántico. El mar. Podemos bajar, podemos bajar ahora, el mar es puro y es rico, el mar es un gran vendedor de tiempo, tenemos que comprarle algo, tenemos que comprarle un día o dos para gastarlos nosotros solos, para estirarlos como si fueran chicle y transformarlos en un año, en un siglo, en un milenio. Algún día bajaremos de verdad al mar. De verdad, no en sueños. De verdad, a disfrutar de ese verde lleno de un gluglú acariciante y tierno, a rodar por la arena del fondo, entre las rocas y los corales y las algas. Rodar. Yo, la esfera con el pájaro adentro en el fondo del mar. Cecilia saltando regocijada y viendo desfilar los peces de colores, antes de volver al lugar que te corresponde según dicen los demás, el lugar llamado tierra firme, , el lugar en donde las cosas se ven a la altura de uno, no desde arriba ni desde abajo, el lugar donde las cosas soncomdebenser. , donde nadie cree que uno pueda transformarse en árbol, pelota o globo con pájaro adentro. Este lugar Cecilia. Aquí. Mirà que feo lo que se ve a través de la ventana: las camisetas colgadas en la azotea vecina y una paloma toda triste, toda amontonada, toda sola.

(Eduardo Gudiño Kieffer, "Para comerte mejor")